Durante los años 60 y 70, el mundo del automovilismo vivió una etapa vibrante de innovación y pasión. En ese contexto emergió una máquina aparentemente modesta pero de alma indomable: el Alpine A110, especialmente en su versión “Série 1600”.
Este modelo marcó un antes y un después tanto en competición como en la percepción de lo que podía lograr un coche ligero, bien equilibrado y técnicamente refinado. El A110 no competía con fuerza bruta, sino con inteligencia mecánica, agilidad extrema y una afinación casi quirúrgica para los tramos más exigentes.
Orígenes y filosofía Alpine: cuando menos es más
Alpine fue fundada por Jean Rédélé, un joven piloto y preparador francés que entendió algo clave en el mundo de los rallies: el peso es el enemigo. Frente a los colosos del momento, Rédélé buscó crear un coche compacto, ligero, aerodinámico y perfectamente adaptado a los caminos retorcidos de los Alpes. De ahí nació el Alpine A110, basado inicialmente en componentes de Renault, pero reinterpretados con una mirada deportiva y artesanal.
La filosofía de Alpine giraba en torno a la eficiencia. Con carrocerías en fibra de vidrio y motores traseros, el A110 ofrecía una experiencia de conducción extremadamente directa. Era un coche “de piloto”, de precisión, pensado para maximizar el rendimiento con el mínimo recurso. La versión “Série 1600” supuso el perfeccionamiento de esa fórmula.
Diseño y construcción: ligereza, belleza y propósito
Visualmente, el A110 es inconfundible: un coupé de silueta baja, con líneas redondeadas y proporciones compactas. Sus faros dobles, sus pasos de rueda marcados y su zaga caída lo hacen reconocible al instante. Pero cada forma tenía su razón de ser: la aerodinámica era crucial, y el equilibrio entre el eje delantero y trasero debía ser perfecto.
La carrocería estaba hecha en fibra de vidrio laminada, montada sobre un chasis de viga central derivado del Renault 8. Este diseño estructural era rígido, ligero y fácil de adaptar a la competición. El motor se situaba detrás del eje trasero, lo que otorgaba gran motricidad en tramos de tierra o asfalto resbaladizo, aunque requería manos expertas para controlar el sobreviraje en curva.
El interior era muy funcional: asientos envolventes, instrumentación clara, y todo lo necesario para sentir el coche como una prolongación del piloto.
Detalles técnicos del Alpine A110 “Série 1600”
La versión “Série 1600” se desarrolló a partir de 1969 y fue la evolución natural del modelo. Estas son sus características más destacadas:
- Motor: Cuatro cilindros en línea, 1.565 cc, de origen Renault Gordini.
- Potencia: Entre 125 y 140 CV según especificación (carburadores Weber o inyección mecánica).
- Transmisión: Caja manual de 5 marchas, muy precisa y bien escalonada.
- Peso: 700 kg en seco, lo que le otorgaba una relación peso/potencia impresionante.
- Estructura: Chasis de viga central con carrocería en fibra de vidrio.
- Suspensión delantera: Doble horquilla.
- Suspensión trasera: Eje oscilante independiente, con ajuste específico para tramos de rally.
- Frenos: Discos en las cuatro ruedas, con excelente mordida y resistencia.
- Neumáticos: Estrechos en medida, pero adaptados para máxima tracción y control.
- Prestaciones: 0 a 100 km/h en 6,9 segundos. Velocidad máxima cercana a los 210 km/h.
- Otros detalles: Depósito de combustible de gran capacidad, jaula de seguridad en versiones de competición y múltiples configuraciones específicas según carrera.
Este equilibrio entre potencia moderada y peso extremadamente bajo lo hacía demoledor en tramos de rally. Mientras los rivales luchaban con masas inerciales, el A110 fluía entre curvas.
Dominio en competición: el rey del Mundial
El punto culminante del Alpine A110 “Série 1600” llegó en 1973, cuando se convirtió en el primer coche campeón del mundo de rallies por marcas, en la temporada inaugural del WRC. En manos de pilotos legendarios como Jean-Luc Thérier, Jean-Pierre Nicolas o Ove Andersson, el A110 venció en terrenos tan dispares como Montecarlo, Portugal o Córcega.
El coche no solo era competitivo: era temido. Su agilidad, su capacidad de tracción y su respuesta inmediata lo hacían ideal para tramos revirados y de escasa adherencia. Mientras los demás coches se deslizaban o se hundían en el barro, el A110 flotaba.
En muchas pruebas, la diferencia no era de segundos, sino de minutos. El coche francés no solo ganaba: humillaba.
Un legado vivo: de Dieppe al corazón de los coleccionistas
Hoy, el Alpine A110 “Série 1600” es mucho más que un coche clásico. Es un mito con ruedas. Su historia ha sobrevivido gracias a apasionados restauradores, coleccionistas y clubes dedicados a mantener viva su leyenda. En 2017, Alpine renació con un nuevo A110 moderno, que bebe directamente de la filosofía del original: ligereza, dinamismo y conducción pura.
La versión original, sin embargo, sigue teniendo un magnetismo especial. Cada unidad cuenta una historia: de etapas nocturnas en Montecarlo, de curvas enlazadas en el Tour de Corse, de victorias en condiciones imposibles. Y cada vez que su motor ruge, resucita el espíritu de una época donde la técnica no estaba reñida con el arte.
Córcega Cars: Donde la historia sigue viva
El Alpine A110 “Série 1600” no es solo uno de nuestros modelos más especiales: es una obra de ingeniería viva, una sinfonía de agilidad, ligereza y pasión. Restauramos cada unidad con un respeto absoluto a su historia, desde el chasis hasta el último tornillo del motor.
Ofrecemos no solo un vehículo, sino una experiencia única: la de conducir una leyenda que marcó época.